sábado, 22 de agosto de 2009

INSTANTES MÁGICOS...



Quien a lo largo de su vida no ha tenido la sensación de haber vivido un instante mágico?


A quien no le ha sucedido algo inesperado, que jamás nos hubiésemos imaginado que podría ocurrir?


A quien un sueño no se le ha hecho realidad alguna vez en su vida?


Son todos estos sucesos, los instantes mágicos, que hacen que lo cotidiano y la rutina, en algunas ocasiones sea distinta, y de esta manera pareciera darnos una tregua, un respiro cuando todo parece no tener solución...

Son momentos que quedan grabados para siempre en nuestro corazón y en la memoria; que nos acompañan hasta el último día de nuestras vidas.

Recuerdos a los que acudimos cuando nos sentimos sin esperanzas, cuando en algún momento la vida se nos vuelve cuesta arriba, y el sólo hecho de recordar aquellas vivencias nos hace tomar nuevamente el impulso para continuar nuestro camino, para afrontar lo nuevo y desconocido que está por venir...


La vida es un mix de cosas, de hechos, de sucesos... Algunos lindos, agradables; otros dolorosos, que nos dejan marcas de por vida.

Por eso prefiero, en lo personal, aferrarme a estos "instantes mágicos", y tratar de olvidar los que nos han jugado una mala pasada, aquellos que nos han dejado en el alma un sabor amargo.

Prefiero desterrarlos para que no se enquisten y entorpezcan las esperanzas que trae consigo cada nuevo día en el albor del amanecer...


Mis instantes mágicos? Son muchos, los que más recuerdo:

- Cuando cumplí 4 años mi papá me dió de regalo una muñeca, yo la abracé y sin darme cuenta él le apretó la pancita y la muñeca comenzó a hablar (en aquella época todo un lujo!).


- La historia de mi arbolito de navidad.


- Cuando la llave Nº 7 que agarró de la bolsa, una de mis compañeras de la secundaria, abrió el cofre y nos ganamos el viaje a Bariloche de Feliz Domingo (todavía me acuerdo de Silvio Soldán gritando y saltando con nosotras).


- Cuando el idiota de uno de los amigos de mi primo se animó por fin a darme bola (qué épocas!).


- Cuando presentamos el proyecto final en la facultad y el profe después de exponerlo, me dijo: "tiene un 9, la felicito, ahora somos colegas"; y me dió la mano.

- Cuando nació mi hijo Matías (un 7 de Diciembre, el mismo día que me recibí pero 5 años después), y me lo pusieron en el pecho para que reconociera mis latidos; esa mirada que cruzamos por primera vez en ese instante sigue siendo la misma cada vez que vuelvo de algún viaje o simplemente cuando todos los días lo voy a buscar al colegio.



- Cuando nació Tatiana, que depués de hacerle cuanto análisis pudieron, me la trajeron a la habitación y se me quedó quietita y dormida en el pecho del lado izquierdo del corazón; y lo sigue haciendo después de 8 años.



- Cuando aquella noche mientras cenaba con una amiga sonó el celular y recibí esa invitación para ir a cenar, de alguien que jamás me hubiera imaginado. La noche del encuentro me sentí Cenicienta y el radio taxi que me llevó hasta el restaurant se convirtió en mi carruaje.



- Aquel encuentro en el aeropuerto de Córdoba con esta misma persona, que nos cruzamos por casualidad y teníamos el mismo vuelo para Buenos Aires, y como estaba demorado terminamos almorzando juntos.


- Aquel cumpleaños lejos de mi familia, en Embalse porque estaba trabajando, a punto de llorar durante la cena con mis amigos porque mis hijos que estaban con su padre no me habían llamado para saludarme, y en el momento de cortar la torta el mozo aparece con una botella de champagne que había enviado el "Sr. de la mesa de enfrente" que ese mismo año me había alquilado la casa de vacaciones en la Villa Gral. Belgrano.



- Cuando mi hijo Matías el año pasado actuó de Fantasma de Canterbill y al finalizar la obra, todo el mundo lo ovacionó de pié en el teatro, sentí que había sido capaz de transmitir magia al auditorio.



- Cuando alguien me dejó en el Aeropuerto de Córdoba para volverme a Buenos Aires, esa despedida inadvertida, como cualquier otra, pero que en el ambiente se sentía que ninguno de los dos quería que el viaje hubiese finalizado.



- En finde pasado, sin ir más lejos, cuando después de 27 años, volví a visitar aquel salón donde festejé mis 15 años, con mis hijos, ahora declarado patrimonio histórico gracias a los vecinos de Villa Urquiza que movieron cielo y tierra para que no derrumbaran el cine ni el salón.



Los míos son muchos y todavía tengo la esperanza de que sigan sucediendo. Sólo es cuestión de estar atentos en la vida y dejar que ocurran...
Y los de ustedes cuáles son?

Les dejo un beso.