jueves, 4 de diciembre de 2008

UN CUENTO DE NAVIDAD...








Como todos bien sabemos se aproxima la Navidad, que más allá de las creencias que cada uno tenga, como en este país la religión oficial es la "Católica Apostólica Romana" (sigue siendo así, no?); pareciera ser que la oficialidad de esta fecha obliga, bajo carácter de ley, a asistir a las reuniones familiares...
Si bien "Un Cuento de Navidad" es una novela del famoso escritor Charles Dickens; al menos en mi niñez, la Navidad (por allá lejos y hace tiempo) representó una época mágica y llena de ensueños...Que mucho dista de lo que ahora representa para mí, y creo que es un sentimiento generalizado en esta época, donde todo se comercializa, donde los valores están trastocados, y donde la vida cotidiana es mezquina en ofrecernos motivos como para festejar...
Por mandato divino, y la verdad que lo divino es impuesto por costumbres agenas adquiridas y por el marketing; estamos obligados a reunirnos con la familia (seamos sinceros, que a algunos familiares no quisiéramos ver jamás en nuestras vidas), y esperar el brindis de las 12 en torno a una mesa llena de comida (sí, matambre con rusa, infaltable!!!), turrones y todo tipo de frutas secas, pan dulce, panetone (o lo que se haya conseguido); ideal para el clima veraniego que azota al país por esos días (40 °C de térmica!!!!)...
Pero... Quién se anima a ir en contra de la corriente cuando hemos crecido festejando siempre la Navidad??? Más de uno, y me incluyo, tiene la sensación de salir corriendo sin esperar las famosas campanadas; pero nobleza obliga, ya sea porque los padres de uno están grandes y no sabemos cuántas navidades más vamos a compartir con ellos; o ya sea porque nuestros hijos chiquitos esperan, con el mismo entusiasmo que uno a esa edad tenía, de ver al lado del árbol de Navidad la montaña de regalos; entonces terminamos matando al indio interior y con el último esfuerzo, levantamos la copa llena con bebida espirituosa (champagne, sidra, fresita, strawberry, sí hay para todos los gustos...) y esperamos a que den las 12 con la mejor sonrisa dibujada en el rostro...
Entonces en este preciso momento es cuando me acuerdo de mi infancia, y el sentimiento de la "huída" se mezcla con el sentimiento de lo mágico que está por venir...Y es ahí, cuando me viene a la memoria "mi propio Cuento de Navidad...", que paso a contar:
"Cuando tenía 3 años, mi madrina me había regalado antes de las fiestas un Arbolito de Navidad, verde, con la base cuadrada blanca para que lo estrenara ese año. Yo por aquella época, estaba contenta con mi árbol nuevo (no había llegado el 24 de Diciembre todavía), hasta que a mis viejos se les ocurre hacer una incursión por uno de los pocos hipermercados de la época (años '70, uy!!! deschavé la edad...) el "Supermercado TODO", que estaba en el barrio de Villa del Parque, acá en Buenos Aires. Me acuerdo que habíamos ido a comprar adornitos (algunos de ellos los conservo todavía, sí, eran de esas bolas gigantes llenas de brillantina que tenías que tratar con cuidado porque se te rompían de nada! Los chinos ahora son más vivos, las fabrican de plástico!); y entonces veo un Arbol de Navidad GIGANTE!!!! Fue imposible no hacer la comparación; y con ello sobrevino la frustración!!! Qué sentimiento angustiante! !!! Mi árbol era el más chiquito de todos... Y sobrevino el llanto incontenido... Entre lágrimas y angustias volvimos a casa, y al llegar, seguí corroborando el tamaño del símbolo navideño, en verdad era una miniatura comparado a los que había visto en ese supermercado!!! Me acuerdo que con la angustia de la decepción me fui a la cama a dormir, ya era de noche, entonces mi viejo me viene a ver a la habitación y que me dice, ahora vengo...
Para mí pasaron sólo 5 minutos (de grande corroboré que no fueron 5, sino muchos más...); y vuelve mi viejo con un árbol inmenso en los hombros...
Ese año tuve mi primer Arbol de Navidad tamaño gigante (para mí a esa edad lo era!!!)"
Pasaron los años, sí muchísimos desde esa víspera de Navidad, y todavía me acuerdo de esto que hizo mi viejo por mí. Por viscisitudes de la vida, él ya no está más acá, hace ya muchísimos años; pero llevo este recuerdo en mi memoria y en mi corazón tan intacto, que me da la sensación de que el tiempo se ha detenido...
Si bien en mi vida no he tenido la suerte de viajar mucho a otros países, las pocas veces que lo hice fue en vísperas Navideñas...Hace un par de años estuve en Estocolmo, y tuve la suerte de ver a esta ciudad medieval bajo la nieve, tal cual lo describe la novela de Charles Dickes, con la feria en el centro de la ciudad vieja (Gamla Stan) y sus puestos vendiendo artículos navideños; los árboles naturales nevados llenos de lucecitas...
Hace unos días estuve en Canadá, arriba ven las fotos, parecen postales navideñas las casas y los pinos nevados, que dista mucho del paisaje de nuestro país...
Y es en estas circunstancias, cuando me alegro de haber tenido la suerte de poder estar en estos lugares, de saber que sí existen y no sólo en las postales o en las bolitas navideñas que adornan el árbol; y es en estos momentos cuando surge la niña interior y me pregunto si no sigue siendo mi viejo, que frente a las adversidades de la vida y de los momentos no muy felices por los que uno atraviesa, el que me sigue regalando para estas fechas un Arbol de Navidad como cuando yo era chica...
Ojalá que ustedes tengan también su propio cuento de Navidad, y si no ha sido así, todavía pueden tenerlo, nunca se sabe....
Les dejo un beso y que estas fiestas transcurran lo mejor posible, de todo corazón para ustedes!