Hace un tiempo atrás, de visita en la casa de mi vieja, y estando a solas, sin mis hijos que se habían ido de vacaciones con su padre (momento de absoluta tranquilidad!!!!); me puse a revolver los cajones de aquel escritorio que tantas noches interminables me tuvo sobre él estudiando (una carrera y dos post grados, se la bancó lindo!!!).
Entre tantas cosas, Rotrings, fotos viejas, papelitos escritos, plantillas de letras, y vaya a saber uno cuantas boludeses más; encontré mi famoso "cuaderno de anotaciones" de mi adolescencia. Lo abrí, como quien descubre un tesoro y me puse a leer lo que estaba escrito en él. Desde frases que me gustaban, pasando por poesías y poemas famosos, fragmentos de libros; y encontré para mi sorpresa, un par de poesías que yo misma había escrito (y de las que con el paso del tiempo había olvidado...).
Y la verdad es que me sorprendí bastante, porque recién en ese momento tomé conciencia de cómo todo lo que me había sucedido en mi vida, había hecho que yo perdiera esa frescura y sensibilidad de antaño.
Tomé conciencia de que perdí la capacidad de sentir plenamente; me dí cuenta que con cada relación se había ido desgastando mi corazón, y con ello, la capacidad de volver a enamorarme y de sentir aquello que sólo es capaz de hacerlo quien está virgen de sentimientos...
De ese libro rescaté estas dos poesías (al menos intentaban serlo...), quizás un poco infantiles para la edad madura, pero que creo nunca más van a salir de mí, versos parecidos...
Poesía 1:
Llévame hasta el confín,
donde el mundo allí termina,
donde todo es armonía
en el reino del amor.
Partirán nuestras almas hacia el sol
hasta alcanzar el infinito,
en ese efímero hechizo
que la flecha de Cupido nos echó.
Y en una barca de cristal,
las estrellas nos guiarán
a descubrir el mundo de la eternidad,
el que todavía nadie conoció.
Porque lo que hay entre los dos,
aquello que todos ansían,
y que algunos llaman fantasía;
eso..., es fruto del amor.
Poesía 2:
Cual una rosa marchita en el recuerdo,
nuestro amor como ella se murió,
y del fulgor que en sus pétalos asomaba,
tan sólo el recuerdo de su perfume perduró.
Sin querer vino a mis manos una noche,
entre ensueños y fantasía se quedó.
¡Suponía tan eterna su existencia!,
que sin darme cuenta, de repente su vida se extinguió.
La ternura y el encanto que encerraba,
sobre nosotros toda su magia derramó.
Y regando con cirstales de rocío la esperanza,
entre nuestras manos enlazadas..., muy quieta y en silencio se quedó.
Así pasaron los días...
La rosa poco a poco fue perdiendo su color...
Del rojo pasó al negro,
y sin decir una palabra, minuciosamente de mí se despidió.
Traté de saciar con agua sus deseos,
pero de nada todo ello me sirvió.
Necesitaba la sabia que alimentaba su vida,
más era lo único que no sabía darle yo.
Olvidada, triste y en silencio,
encerrada en una caja se durmió.
Aquello que ahora es un simple recuerdo...
¡Y pensar que fue el símbolo de nuestro amor!
Un beso para todos!!!